martes, 20 de noviembre de 2007

Fe sin obras...



Proverbios 11:18 “El impío hace obra falsa; más el que siembra justicia tendrá galardón firme”


Todos sabemos que la fe sin obras es muerte. Es más, es lo primero que dirían los que quieren justificarse por sus obras. La obra producto de la fe en la justicia de Cristo Jesús es la que vale. En el afán de demostración de gratitud a Dios, muchas veces la obra opaca nuestra fe y hasta la puede dejar enterrada en algún viejo recuerdo que nos haga sentir extraordinarios, más que escogidos, o hasta una especie de superhéroe. El que ha nacido de nuevo no necesita demostrar que es hijo de Dios, porque su propia vida es de testimonio, su vida atestigua que es hijo de Dios, y por lo tanto sus obras, su proceder, su forma de vivir, su forma de emanar lo que brota de su interior. Para el que ha nacido de nuevo, sus obras son producto de su fe, no de un montón de reglas de comportamiento, moralidad, o menesteres relacionados con lo ministerial. Nada tiene que ver la obra el cumplimiento asalariado de un ministerio, fructífero o no. Mas bien tiene que ver con lo que hay verdaderamente en su corazón. Si lo que hay es justicia, no propia, sino por la fe en Cristo Jesús, obrará justicia y por lo tanto sembrará justicia. Si lo que hay es injusticia, o justicia propia, obrará injusticias y justicias propias, y sembrará injusticias y justicias propias. Isaías 64:6 dice: “Si bien todos nosotros somos suciedad y TODAS NUESTRAS JUSTICIAS COMO TRAPOS DE INMUNDICIA; y caímos todos nosotros como la hoja y nuestras maldades nos llevaron como viento.” Por lo tanto, esta mezcla de injusticias y justicias propias no son más que una obra falsa llena de inmundicias que solo corrompen. Opuesto a esta obra falsa, llevada a cabo, de acuerdo con lo que dice la Biblia, por impíos, están los que viven, obran, y siembran justicia. Este galardón o recompensa es firme e inamovible. Recordemos bíblicamente que o quien es nuestra verdadera justicia, que no es por obras, sino por fe. 1 de Corintios 1:30 dice: “Pero Dios mismo los ha unido a ustedes con Cristo Jesús, y ha hecho también QUE CRISTO SEA nuestra sabiduría, NUESTRA JUSTICIA, nuestra santificación y nuestra liberación.”
Conclusión: ¿Qué estas sembrando, obras de entretenimiento para captar la atención de futuros seguidores tuyos, o sembrando la verdad de Jesús? Si tu respuesta fuere por la primera opción tu galardón no durará mucho. Si fuese la segunda, tu galardón será firme.
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Comentario de Gustavo Furnier: En el librito de La Libertad del Cristiano escrito por Lutero dice esto y me parecio buenisimo:
22. Ofrezcamos algunos ejemplos a este propósito. Las obras de un cristiano que ha sido justificado y santificado graciosamente por su fe en la sola gracia de Dios tienen que ser contempladas como si fuesen las de Adán y Eva en el paraíso. Se dice en el Génesis (cap. 2) que después de crearle, colocó Dios al hombre en el paraíso para que lo cultivase y guardase. Dios había creado a Adán del todo justo, sin pecado, y no necesitaba su trabajo y su custodia para santificarse y justificarse. Mas, para que no estuviese ocioso le confió Dios algo que hacer: plantar, cultivar y guardar el paraíso. Eran obras totalmente libres y realizadas con la finalidad exclusiva de agradar a Dios, no para lograr una justificación que ya poseía y que se nos habría infundido también a nosotros en estado natural. Lo mismo sucede con el creyente, colocado de nuevo en el paraíso y creado otra vez por su fe: no necesita las obras para justificarse; las tiene que hacer para no estar ocioso, para tener su cuerpo en forma y para conservarse, con la intención única de agradar a Dios.
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