viernes, 12 de enero de 2007

El Censo de David

1 Crónicas 21:1 “Pero Satanás se levanto contra Israel, e incitó a David a que hiciese censo de Israel. Y dijo David a Joab y a los príncipes del pueblo: Id, haced censo de Israel desde Beerseba hasta Dan, e informadme sobre el número de ellos para que yo lo sepa.”


El siguiente mensaje es para desmistificar a nuestros ministros del evangelio de la multiplicación forzada.

Partimos de este pasaje y reconociendo primeramente, la verdadera magnitud del ministerio de David, la realeza de su corazón, y todo lo que concierne al dulce cantor de Israel. El haber sido un Hombre de Dios, no quita que se siga siendo un hombre, es por eso que mencione este artículo como “desmistificador”.

Dejando de tomar la Palabra en su plano histórico, sino más bien, en su plano Vivo, podemos ver que Satanás se levanta contra Israel, quien es representativo de la Iglesia. ¿De qué forma lo hace? ¿En forma de gigante? ¿En forma de Monstruo? No. Lo hace “incitando” al Rey, o sea que lo estimuló, lo motivó para que hiciese lo que el quería.

Todo lo que se quiera lograr a travez del estímulo, la incitación o la motivación no proviene de Dios. Esto es paradójico dado que muchos son los estímulos o las motivaciones que se buscan y se emplean para convencer a nuestros jóvenes de que el evangelio no es aburrido.

El evangelio no es estímulo, ni incitación, ni motivación, sino que es convicción. Este es el primer punto a recordar.

¿A qué incito Satanás al Rey? A hacer un censo. Para que supiera el número de habitantes o de fieles que lo seguían, para ver cuanto se había extendido su ministerio. ¿Tenía humanamente de que gloriarse David? Claro que si. ¿Estaba bien delante de Dios? No.

La gloria es de Dios, cuando la gloria se quiere compartir o robar al Creador se transforma en Vanagloria.

Según el Nuevo Diccionario Bíblico los términos “vanidad” y “vano” se hallan frecuentemente en la Biblia, para dar idea de aquello que es vacío, pasajero, sin valor. Dentro de ello caen la idolatría y la maldad, como cosas que no solamente son malas, sino que además son vanas y vacías. También denotan falsedad.

Muchos son los ministerios que han largado a la carrera de los censos internos y podemos ver, a la luz de la Palabra de que se trata esta contagiosa práctica.

2 Corintios 10:12 “Porque no nos atrevemos a contarnos ni a compararnos con algunos que se alaban a si mismos; pero ellos, midiéndose a sí mismos, y comparándose consigo mismos, no son juiciosos. Pero nosotros no nos gloriamos desmedidamente, sino conforme a la regla que Dios nos ha dado por medida, para llegar también hasta vosotros… No nos gloriamos desmedidamente en trabajos ajenos , sino que esperamos que conforme crezca vuestra fe seremos muy engrandecidos entre vosotros, conforme a nuestra regla…”


¿Qué significa no ser juicioso o no tener juicio? El juicio es una facultad del alma, en cuya virtud el hombre puede diferenciar el bien del mal y lo verdadero de lo falso.

Alguien que es juicioso es alguien que tiene precisamente juicio, o que obra con madurez y cordura.

Por lo tanto los que se sumergen en esta despiadada batalla de censos, no solo que no pueden diferenciar entre el bien y el mal, no tienen discernimiento, por lo tanto no tienen Espíritu, no pueden diferenciar entre lo Verdadero y lo falso y obran con inmadurez.

¿Cómo se crece o como se madura? No con la multiplicación numérica de fieles, sino como dice el pasaje anterior, con el crecimiento de la fe de los fieles.

Si una Iglesia se multiplica pero no crece, es una Iglesia inmadura y por lo tanto se transforma en una blanco fácil para la manipulación, y la consiguiente destrucción.

Quizás te estes preguntando si es para tanto. Si, es para tanto. Veamos lo que le respondieron a David luego de ordenar su comedido.


1 Crónicas 21:3 “Y dijo Joab: Añada Jehová a su pueblo cien veces mas, rey señor mío; ¿no son todos siervos de mi señor? ¿Para que procura mi señor esto, que será para pecado a Israel?


“¿Estas preocupado por el número? Dios te va a multiplicar pero no mires eso porque no solo es innecesario sino que también atraerá el pecado a tu pueblo” Esa fue la objeción que recibió el rey.

Entonces, ¿son necesarios los censos constantes de fieles? No. 2 de Samuel 24:3 dice: “…¿por qué se complace en esto mi señor el rey?”

¿ Es útil en algo el afán por la multiplicación tanto de fieles como de métodos que estimulen o convenzan a los jóvenes? Para algo es útil, para alimento del ego, del orgullo, de la vanagloria. Debería ser útil para la expansión del evangelio verdadero y puro, pero las cosas se han tergiversado. Los “métodos” han suplantado al “espíritu”.

El libro que mejor respalda esto dicho es el libro de Los Hechos. Allí podemos ver como con el Espíritu Santo no hacen falta métodos. Solo se lo tiene o no. Solo se deja fluir. El Espíritu Santo es el que obra cuando hay un corazón dispuesto a abrirse para su dominio total y exclusivo.

Veamos también la convicción que tenía Joab respecto de este tema:


1 Crónicas 21:6 “Entre estos no fueron contados los levitas, ni los hijos de Benjamín, porque la orden del rey era abominable a Joab.”


Este pasaje termina de dar claridad a todo tipo de duda que quede.

Pero ese no fue el único censo relizado o que podemos encontrar en la Biblia. Claro que no. Podemos encontrar el primer censo en Sinaí (Exodo 38:26); el segundo un año después (Números 1-3); el tercero al entrar a Canaán (Números 26) y el cuarto es el mencionado. ¿Cuál es la diferencia con este? Precisamente el motivo por el cual se realizó. Todos estos censos podemos encontrar que fueron instituídos por Dios. El que hizo David no.

Al Señor no le produce nada una Iglesia de millones de personas que no sepan que verdaderamente la Iglesia no es un lugar físico. Todavía hay gente que cree que cuando el Señor venga a buscar a su Iglesia, vendrá a buscar a sus templos con ellos adentro.

¿Por qué esta afirmación? Porque la Iglesia dejó de ser hace mucho tiempo un lugar físico o un grupo de fieles estimulados por una palabra de aliento. La Iglesia actual es de un solo miembro. ¿¿Eeh??

Veamos:


Juan 2:19 “Respondió Jesús y le dijo: Destruid este templo, y en tres días lo levantaré. Dijeron luego los judíos: En cuarenta y seis años fue edificado este templo, ¿y tú en tres días lo levantarás? Mas él hablaba del templo de su cuerpo.”


Todo aquel que recibe al Señor recibe al Padre, por lo tanto se transforma en un nuevo templo, ya no de piedra, sino de carne. ¿Puede ser esto verdad, o solo lo estoy interpretando a mi placer?


1 Corintios 3:16 “¿No sabéis que sois templo de Dios y que el Espíritu de Dios mora en vosotros? Si alguno destruyere el templo de Dios, Dios le destruirá a él; porque el templo de Dios, el cual sóis vosotros, santo es.”


1 Corintios 6:19 “¿O ignoráis que vuestro cuerpo es templo del Espíritu Santo, el cual esta en vosotros, el cual tenéis de Dios, y que no sois vuestros?”


¿Alguna duda? Ahora… ¿por qué seguir buscando afuera lo que llevamos dentro? ¿Qué otro templo podemos necesitar si descubrimos el que somos nosotros mismos?

Llegando a este punto terminamos de comprobar que de nada sirve y en nada es constructivo perder tiempo en contabilizar la cantidad de fieles que se congregan en nuestros templos. Solo sirve para alimento del ego, del orgullo y de la vanagloria.

Eso no termina ahí, dado que luego de ser realizado el censo, en desobediencia a Dios, fueron traídas pestes sobre la tierra por causa del rey.

Muchos fueron los muertos. Muchas fueron las perdidas. Hasta que finalmente Dios miro a sus ovejas y se arrepintió del mal causado.

Estas pestes y estas mismas muertes hoy están destruyendo muchas Iglesias, muchas personas y una sola es la solución.

Medita para finalizar en los siguientes pasajes:


1 Crónicas 21:17 “Y dijo David a Dios: ¿ No soy yo el que hizo contar el pueblo? Yo mismo soy el que pequé, y ciertamente he hecho mal; pero estas ovejas, ¿qué han hecho? Jehová Dios mío, sea ahora tu mano contra mi, y contra la casa de mi padre, y no venga la peste sobre tu pueblo.”


2 Samuel 24:25 “Y edificó allí un altar a Jehová, y sacrificó holocaustos y ofrendas de paz; y Jehová oyó las suplicas de la tierra, y cesó la plaga en Israel.”


Espero que puedas recibir el mensaje puro de parte de Dios, sin aditivos personales, por eso examina este mensaje a la luz de la Palabra y con guía del Espíritu Santo a toda verdad.

martes, 2 de enero de 2007

No hable Dios con nosotros



Éxodo 20:18 “Todo el pueblo observaba el estruendo y los relámpagos, y el sonido de la bocina, y el monte que humeaba; y se pusieron de lejos. Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero no hable Dios con nosotros, para que no muramos.”

Antigua Versión Reina – Valera 1960



El propósito primero del Señor fue no tener secretos con nadie. Todos iban a escucharlo. Todos escucharían lo que él hablaba con Moisés. Todos conocerían su voz. De esa forma el mensaje no sería tergiversado, dado que les estaba por dar los fundamentos de sus vidas, los principios, los mandamientos, las leyes que debían cumplirse. Respecto a eso no debía haber dudas. Y la misma Presencia de Dios descendió a la tierra pero al ver lo que ocasionaba dicha Presencia, y luego de oír todo lo dicho por Dios, el pueblo se alejó en respuesta a tantos requisitos. Lo que en realidad el pueblo se dio cuenta es de todo su pecado y hasta algunos no entendía de cómo aún estaban de pie en ese lugar. Dijimos anteriormente que a través de la ley viene el conocimiento del pecado, y es por eso que la gente evita la lectura de la Biblia o la de la ley. Esto ocurrió aún cuando los mandamientos estaban saliendo de la boca de Dios. A partir de ese momento veremos un pueblo alejado de Dios pero cercano a un hombre. La gente prefirió oír la voz de un hombre, que oír la voz del mismo Señor. La vos de un hombre no es tan tremenda como la de Dios, es por eso que eligieron que Dios no les hable a ellos. Ellos mantendrían distancia de la verdad, otro se acercaría, otro haría el esfuerzo, otro “abriría camino”. Ahora veamos que tan bien les fue a esa generación que prefirió escuchar a un hombre y no a Dios. ¿Dónde terminó? ¿Podes recordarlo? ¡Muerta en desierto! “Maldito el hombre que confía en el hombre” puedes encontrar en Jeremías. Pues así es. El que tenga oídos para oír que oiga.