miércoles, 17 de octubre de 2007

Para Meditar

* Sabemos que Elías era un hombre de pasiones semejantes a las nuestras, pero, ¡ay!, nosotros no somos hombres de oración como él. Hoy Dios parece olvidar a los hombres de oración; no porque somos demasiado ignorantes, sino porque somos demasiado autosuficientes. ¡Hermanos, nuestras capacidades son nuestros impedimentos, y nuestros talentos piedras de tropiezo!

* Si la Iglesia tuviera hoy tantos ardientes intercesores como tiene consejeros diligentes, veríamos el despertamiento universal antes de un año.

* Aunque es maravilloso cuando Dios se apodera de un hombre, es todavía más admirable cuando un hombre se apodera de Dios. Que un hombre de Dios gima en el espíritu, y Dios clamará: “Dejadme hacer”. Nosotros quisiéramos las proezas de Elías, pero no sus destierros.

* El predicador suele ir con la multitud, el profeta va en contra. Un hombre pobre, pero ardiente y lleno de Dios, será tildado de mal patriota porque habla contra los pecados de su nación; de severo, porque su lengua es una espada de dos filos; de desequilibrado, porque el peso de la opinión está en su contra. El predicador será ensalzado, el profeta abucheado.

* Ah, hermanos predicadores! Amamos a los santos de la antigüedad, mártires y reformadores. Veneramos a nuestros Luteros, Bunyans, Wesleys, Asburys, etc. Escribimos sus biografías, reverenciamos su memoria, redactamos respetuosos epitafios, les construimos monumentos. Lo hacemos todo menos imitarles. Veneramos como reliquia hasta la última gota de su sangre; pero nos guardamos de derramar una gota de la sangre nuestra.

* Las oraciones breves en público son el resultado de largas oraciones en secreto. Elías oró, no por la destrucción de los profetas idólatras, ni que cayeran rayos sobre el rebelde pueblo de Israel, sino para que la gloria y el poder de Dios se revelaran como Dios quisiera.

* La persona que pudiera inducir a muchos creyentes a orar levantaría el más grande despertamiento que el mundo haya conocido. La falta no está en Dios. Él es poderoso para hacer conforme al poder que obra en nosotros. El problema para Dios hoy día no es el ateísmo, ni la religión falsa, ni el liberalismo o modernismo. El problema para Dios es el fundamentalismo muerto.

Extraído de http://www.revistaavivamiento.org/revistas/elias_dios.htm

"¿Donde esta el Dios de Elías?" Por Leonard Ravenhill


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