martes, 22 de mayo de 2007

Desesperados en medio de la Apostasía

Si usted alguna vez tiene un encuentro con la presencia manifiesta de Dios, arruinará los cultos de la Iglesia. Desde ese momento, tendrá que soportar la iglesia. Lo que usted realmente quiere es: “Ven, Dios.”

Los sermones y los cantos le molestarán. Seguir la corriente le desesperará. “¿Qué está tratando de hacer?” La gente ni siquiera puede ver lo que usted esta mirando. Piensan que usted esta mirando por la ventana, pero usted esta buscando el patrón que aparece en el vidrio. Ni siquiera miran lo mismo.

Su Padre celestial quiere que usted vuelva a descubrir el gozo de la inocencia y la emoción de su presencia. Cuando dejamos atrás la arrogancia de la adolescencia, no podemos capturar su corazón porque pensamos: Ah, eres tú. Ah, es la iglesia, están cantando otro canto. Un sermón más.

El proceso no es esconderse; el proceso es el hallar y el gozo del descubrimiento fresco de su presencia. Cuando los ruegos apasionados reemplacen a los discursos áridos, la “iglesia” puede llegar a ser la celebración de su presencia como siempre debió serlo. Dios siempre estuvo allí esperando, pero las condiciones no eran propicias.

Para que la escarcha aparezca en la ventana, no solo las condiciones deben ser las precisas fuera de la ventana, sino que la temperatura tiene que ser igualmente la precisa en el interior. Aparece cuando esas dos condiciones se encuentran. Cuando el quebrantamiento aparece en nuestras vidas, la apertura aparece en los cielos.

Tal vez Isaías tuvo un encuentro en el templo ese día porque acababa de regresar de un funeral. Estaba un poco más que afligido de lo normal. De repente su dependencia terrenal había sido suprimida y tal vez sintió que debía buscar una dependencia celestial en la presencia de Dios.

Dios aprovechará sus sentimientos de desesperación para crear una dependencia en ÉL. Treinta segundos en la presencia manifiesta de Dios puede cambiarlo todo. Puede cambiar una nación, puede cambiar su futuro, puede reestructurar su futuro. Usted nunca será el mismo.

Isaías vivía en una época de apostasía religiosa. Las cosas se habían tornado mal en lo religioso. Algunos disfrutan señalando las cosas que andan mal en la iglesia. Tengo noticias para ellos: Podemos mover todas las perillas y oprimir todos los botones que queramos en la tierra, pero jamás vamos a arreglarla, la arregla en lo celestial. Usted puede tener un encuentro con Dios precisamente en medio de la apostasía religiosa. Su desesperación le hace mirar más allá de las circunstancias, más allá del velo.


(Fragmento extraído de “Los captores de Dios”, Tomy Tenney, Editorial Betania.)

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