lunes, 19 de marzo de 2007

¿¿Crítica Constructiva??

Espero que sepas rescatar lo bueno, lo que te puede llegar a edificar o lo que sea constructivo de esta nota de la Revista La Nación del día domingo 18 de Marzo de 2007. Medita y abre tu mente. Se como un odre nuevo, ensánchate. Recuerda cuando a Elías Dios lo manda al un pequeño arrollo, cerca del Jordan, y le dice que allí se quede hasta nuevo aviso. También le avisa que lo iba a alimentar con cuervos que el mismo iba a mandar. ¿Que son nuestros cuervos? Aquello que Dios envía para edificarnos de la forma y vestido de la forma que el quiere, no a nuestra vieja forma de querer las cosas .



Crítica constructiva

"¿Por qué temblamos cuando escuchamos la pregunta: ¿Puedo hacerte una crítica constructiva? ¿Somos tan necios y engreídos que nos creemos más allá del bien y del mal, y por lo tanto no estamos dispuestos a aceptar la más mínima objeción? A veces, eso puede ser verdad. Generalmente, nuestros actos son el resultado de creencias firmes que a lo largo de nuestra vida nos han marcado un camino y una manera de ser. El mayor o menor éxito que hayamos obtenido en la implementación de soluciones a los problemas y dificultades que aparecen en la vida nos va formando un pedestal al que a veces llegamos con cierto orgullo fanfarrón de “sabelotodos” e “infalibles”. Por eso, ante la osadía de la pregunta impertinente, reaccionamos con una mezcla de desprecio y temor, y ahí, rápidamente, tenemos que evaluar: primero, quién me lo plantea: ¿es amigo íntimo, es un conocido y gracias, es alguien a quien he visto una o dos veces en mi vida? ¿tengo algo que él pueda envidiar? ¿es un pesado que se dedica al deporte de la maledicencia? ¿Le debo algo? ¿Me debe algo a mí? Segundo: ¿Tengo ganas de hablar del tema? ¿Me puede aportar algo la supuestamente constructiva crítica? Y tercero: ¿por qué a mí y no a otro?


Como uno no ha nacido ayer, sabe que en la abrumadora mayoría de los casos nadie usa el término “constructivo” para ninguna otra cosa que “destruir”. Cerrarse a las opiniones de los otros es una necedad y así lo demuestran mandatarios, políticos y funcionarios de la política vernácula e internacional que no corrigen su rumbo a pesar de las más contundentes y trágicas catástrofes provocadas por su empecinamiento y ambición de poder. Eso es reprobable, pero internarse en laberintos mentales arrastrados por opiniones superficiales y muchas veces ignorantes o mal intencionadas hace perder tiempo y energías dignas de mejor causa.


Claro, hay que separar la paja del trigo y la agresión de la crítica. Si la supuesta opinión constructiva comienza con: “Sólo un imbécil o un cretino puede hacer lo que hiciste”, conviene cortar ahí nomás. Si el preámbulo incluye: “Te lo digo desde el afecto” (amor, respeto y admiración pueden ser vocablos alternativos), es urgente un corte seco con un “hablá de una vez que el afecto, amor, respeto o admiración, ya me lo sé de memoria”, y si en la exposición de la crítica el demandante se pone más de dos veces como ejemplo y usa como agregado el pronombre “yo” y la acotación “en tu lugar”, ahí se impone otro enérgico parate.


Sí, en cambio, la opinión es objetiva, mesurada y no incluye ninguna agresión personal ni la más mínima intención de incluirse en el bando de los buenos y sumergirte en la pandilla siniestra del mal, uno entonces puede escuchar, reflexionar, evaluar y coincidir, o no. Pero no les demos consejos a los que sufrieron guerra, persecución y exilio desde nuestro lugar de privilegio. No aceptemos que evalúen nuestro dolor aquellos que no saben lo que tal dolor significa.

Abramos nuestro corazón y nuestra cabeza a la opinión ajena... y la crítica constructiva andá a hacérsela a tu abuela, que es la única que te va a perdonar todos tus pecados. "




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