martes, 14 de agosto de 2007

Ley para sí mismos



Romanos 2:14 “Porque cuando los gentiles que no tienen ley, hacen por naturaleza lo que es de la ley, éstos, aunque no tengan ley, son ley para sí mismos, mostrando la obra de la ley escrita en sus corazones, dando testimonio su conciencia, y acusándoles o defendiéndoles sus razonamientos, en el día en que Dios juzgará por Jesucristo los secretos de los hombres, conforme a mi evangelio.”

Versión Reina – Valera 1960


Si hay algo que me di cuenta hace un tiempo, fue que actualmente se encuentra mas gente espiritual fuera de la Iglesia que dentro. Eso si que es realmente loco. Porque como Dios no pudo cambiar los corazones de sus hijos, fue y busco en las plazas, en las calles, y por todo lugar externo. Esto que digo no tiene nada de invento, por el contrario, es Bíblico, o sea que si buscas vas a encontrar los fundamentos de mi conclusión. Por ahí, no es que han tenido un gran encuentro con el Señor, pero se manejan con naturalidad en principios espirituales y bajo mandamientos, que los que deberíamos cumplirlos no lo hacemos. Es bueno remarcar ciertas cosas que este pasaje, junto con uno de mas adelante en que dice que los “incircuncisos físicamente” juzgarán al “circunciso”. ¿Cómo se puede dar esto? Sencillo. El que cumple la ley o los mandamientos, con su conducta, con su obrar, que primero esta fielmente gravada en su corazón, deja expuesto al que no. El que no tiene secretos deja expuesto al que si los tiene. No porque se lo quiera exponer adrede, sino por el simple echo de que el que la luz molesta. Y donde hay luz, no puede haber tinieblas. Este pasaje realmente es para meditar, para releer y para ir búsqueda de la convicción que trae el Espíritu Santo, así que estos son los momentos en que me hago a un lado. Paz.

sábado, 4 de agosto de 2007

Seducidos por Dios



Jeremías 20:7Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; mas fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré mas de él, ni hablaré mas en su nombre, no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude.”


“Me sedujiste”. Para aquellos que han tenido una experiencia con la presencia de Dios, que han hablado con él y que buscan obedecerle por sobre todas las cosas, es un término mas que significativo. Se habla acerca de estar enamorado de Dios, y muchas veces lo cantamos impostando la voz, para lograr un buen tono para el oído humano. Pero en estas dos simples palabras, el profeta logra describir la profundidad de su relación con Dios. Dios es quien lo busca a él. Dios es quien lo seduce y él es quien no puede resistirse a su dulce voz. No sabemos como fue que Dios sedujo a Jeremías, pero imagínense que tuvo que ser con palabras tiernas, con palabras que solo Jeremías pudo escuchar. ¿Cuántos podríamos afirmar que hemos escuchado esas palabras? ¿Cuántos podrían afirmar que solo han recibido halagos o profecías vanas de hombre, que solo han alimentado su enorme ego?
Si bien podríamos decir que Jeremías fue seducido de una manera especial, lo que luego tenía que decir no era nada tierno.
Todos los que se han dejado seducir y vencer por Dios, se han transformado en portadores de la Palabra Verdadera de Dios. Todos los que son portadores de la Verdadera Palabra de Dios son en consecuencia blanco de difamaciones, injurias, escarnio, burla y amenazas. Así ocurrió con Jeremías y mucho tiempo después con los apóstoles.
Quiero que veamos otra parte del profeta. Llega tal punto de su difamación que piensa en olvidarse de Dios, olvidarse de todo, o como hoy en día se dice “Dejar o tirar todo”. Esta actitud no es para juzgar a Jeremías porque muchos hemos pasado por estos momentos, y quizás los seguimos pasando, pero si para ver a que punto él estaba unido con Dios. Dice este pasaje que cuando pretendía callar y no hablar aquellas cosas que Dios le decía, un fuego lo devoraba por dentro. Ese es el fuego del espíritu y de la Palabra misma grabada en los corazones, señal del nuevo pacto. Esto quiere decir que Jeremías mucho, pero mucho tiempo antes ya vivía en el nuevo pacto según la condición de su corazón.
No hay corazón más entero que el quebrantado ante Dios. No hay hombre más victorioso que el vencido por Dios. ¿No será que todavía atinamos a pedirle una revancha a Dios?