sábado, 4 de agosto de 2007

Seducidos por Dios



Jeremías 20:7Me sedujiste, oh Jehová, y fui seducido; mas fuerte fuiste que yo, y me venciste; cada día he sido escarnecido, cada cual se burla de mí. Porque cuantas veces hablo, doy voces, grito: Violencia y destrucción; porque la palabra de Jehová me ha sido para afrenta y escarnio cada día. Y dije: No me acordaré mas de él, ni hablaré mas en su nombre, no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiente metido en mis huesos; traté de sufrirlo y no pude.”


“Me sedujiste”. Para aquellos que han tenido una experiencia con la presencia de Dios, que han hablado con él y que buscan obedecerle por sobre todas las cosas, es un término mas que significativo. Se habla acerca de estar enamorado de Dios, y muchas veces lo cantamos impostando la voz, para lograr un buen tono para el oído humano. Pero en estas dos simples palabras, el profeta logra describir la profundidad de su relación con Dios. Dios es quien lo busca a él. Dios es quien lo seduce y él es quien no puede resistirse a su dulce voz. No sabemos como fue que Dios sedujo a Jeremías, pero imagínense que tuvo que ser con palabras tiernas, con palabras que solo Jeremías pudo escuchar. ¿Cuántos podríamos afirmar que hemos escuchado esas palabras? ¿Cuántos podrían afirmar que solo han recibido halagos o profecías vanas de hombre, que solo han alimentado su enorme ego?
Si bien podríamos decir que Jeremías fue seducido de una manera especial, lo que luego tenía que decir no era nada tierno.
Todos los que se han dejado seducir y vencer por Dios, se han transformado en portadores de la Palabra Verdadera de Dios. Todos los que son portadores de la Verdadera Palabra de Dios son en consecuencia blanco de difamaciones, injurias, escarnio, burla y amenazas. Así ocurrió con Jeremías y mucho tiempo después con los apóstoles.
Quiero que veamos otra parte del profeta. Llega tal punto de su difamación que piensa en olvidarse de Dios, olvidarse de todo, o como hoy en día se dice “Dejar o tirar todo”. Esta actitud no es para juzgar a Jeremías porque muchos hemos pasado por estos momentos, y quizás los seguimos pasando, pero si para ver a que punto él estaba unido con Dios. Dice este pasaje que cuando pretendía callar y no hablar aquellas cosas que Dios le decía, un fuego lo devoraba por dentro. Ese es el fuego del espíritu y de la Palabra misma grabada en los corazones, señal del nuevo pacto. Esto quiere decir que Jeremías mucho, pero mucho tiempo antes ya vivía en el nuevo pacto según la condición de su corazón.
No hay corazón más entero que el quebrantado ante Dios. No hay hombre más victorioso que el vencido por Dios. ¿No será que todavía atinamos a pedirle una revancha a Dios?

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