viernes, 14 de septiembre de 2007

Buen nombre


Apocalipsis 3:1 “Escribe al ángel de la iglesia de Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes NOMBRE de que vives, y estas muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que estan para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.”


Sin entrar en el extenso debate sobre posibles interpretaciones, lo que vamos a rescatar son los fundamentos visibles y claros de este pasaje. Partamos de que Juan en este libro, se le encomienda que escriba sobre las cosas que HA VISTO, las que SON, y las que SERÁN después de éstas. De modo que no podemos alegar que lo que escrito no es para este tiempo. Los versículos anteriores son el comienzo del mensaje a la iglesia de Sardis, una de las siete iglesias de Asia, a quienes Juan tiene el deber de escribir todo lo que ve . Sería erróneo pensar hoy en Sardis como una iglesia física o institucional, por lo tanto de igual modo con las otras seis. Por lo tanto es importante interpretar estos siete mensajes como para la iglesia del Señor en sí. Seguido de ello podremos ver como estas palabras cobran vida para nuestro tiempo. Todas las cartas anteriores comienzan con algo mas profundo de lo que acostumbramos a oír. El Señor declara al ángel que CONOCE SUS OBRAS. ¿Habremos tomado conciencia a tiempo de que el Señor verdaderamente conoce TODAS nuestras obras? La segunda declaración al ángel es que CONOCE QUE TIENE NOMBRE. ¿Nombre? ¿Qué tendrá de malo el nombre? Nada a menos que lo que aquí quiera decir sea algo así como RENOMBRE, FAMA, RECONOCIMIENTO, POSICIÓN, ALCURNIA. Por eso es que si sigues leyendo verás que dice: “…tienes NOMBRE de que vives Y ESTAS MUERTO.” Escalofriantes las palabras del Señor. Una duda: ¿Por qué le escribe a un ángel y no a la iglesia en sí? Porque precisamente el ángel no es un ser alado, sino representación de los servidores y cuidadores de la iglesia del Señor. Cada vez mas escalofriantes las palabras del Señor. El mensaje sigue advirtiendo despertar, reavivar lo que todavía no ha muerto, lo que todavía se puede rescatar, recordar el mensaje genuino, obedecerlo y arrepentirse. Por último, se menciona a unos pocos que no han manchado sus ropas y que esos sí, SUS NOMBRES NO SERÁN BORRADOS DEL LIBRO DE LA VIDA, Y SERÁN RECONOCIDOS, Y CONFESADOS SUS NOMBRES DELANTE DE DIOS. ¿La iglesia del Señor, donde prefiere oír su nombre, de boca de hombres o de la boca del mismo Señor?

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