lunes, 17 de septiembre de 2007

¿A quien te comparaste en tu grandeza?



Ezequiel 31 “Aconteció en el año undécimo, en el mes tercero, el día primero del mes, que vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
2 Hijo de hombre, di a Faraón rey de Egipto, y a su pueblo:
¿A quién te comparaste en tu grandeza?
3 He aquí era el Asirio cedro en el Líbano, de hermosas ramas, de frondoso ramaje y de grande altura, y su copa estaba entre densas ramas.
4 Las aguas lo hicieron crecer, lo encumbró el abismo; sus ríos corrían alrededor de su pie, y a todos los árboles del campo enviaba sus corrientes.
5 Por tanto se encumbró su altura sobre todos los árboles del campo, y se multiplicaron sus ramas, y causa de las muchas aguas se alargó su ramaje que había echado.
6 En sus ramas hacían nido todas las aves del cielo, y debajo de su ramaje parían todas las bestias del campo, y a su sombra habitaban muchas naciones.
7 Se hizo pues, hermoso en su grandeza con la extensión de sus ramas; porque su raíz estaba junto a muchas aguas.
8 Los cedros no lo cubrieron en el huerto de Dios, las hayas no fueron semejantes, ni los castaños fueron semejantes a su ramaje; ningún árbol en el huerto de Dios fue semejante a él en hermosura.
9 Lo hice hermoso con la multitud de sus ramas; y todos los árboles del Edén, que estaban en el huerto de Dios, tuvieron de él envidia.
10 Por tanto, así dijo Jehová el Señor: Ya que por ser encumbrado en altura, y haber levantado su cumbre entre densas ramas, su corazón se elevó con su altura,
11 Yo le entregaré en manos del poderoso de las naciones, que de cierto le tratará según su maldad. Yo lo he desechado.
12 Y lo destruirán extranjeros, los poderosos de las naciones, y lo derribarán; sus ramas caerán sobre los montes y por todos los valles, y por todos los arroyos de la tierra será quebrado su ramaje; y se irán de su sombra todos los pueblos de la tierra, y lo dejarán.
13 Sobre su ruina habitarán todas las aves del cielo, y sobre sus ramas estarán todas las bestias del campo,
14 Para que no se exalten en su altura todos los árboles que crecen junto a las aguas, ni levanten su copa entre la espesura, ni confíen en su altura todos los que beben aguas
; porque todos están destinados a muerte, a lo profundo de la tierra, entre los hijos de los hombres, con los que descienden a la fosa.
15 Así ha dicho Jehová el Señor: El día que descendió al Seol, hice hacer luto, hice cubrir por él, el abismo, y detuve sus ríos, y las muchas aguas fueron detenidas; al Líbano cubrí de tinieblas por él, y todos los árboles del campo se desmayaron.
16 Del estruendo de su caída hice temblar a las naciones, cuando las hice descender al Seol con todos los que descienden a la sepultura; y todos los árboles escogidos del Edén, y los mejores del Líbano, todos los que beben aguas, fueron consolados en lo profundo de la tierra.
17 También ellos descendieron con el al Seol, con los muertos a espada, los que fueron su brazo, los que estuvieron a su sombra en medio de las naciones.
18 ¿A quién te has comparado así en gloria y en grandeza entre los árboles del Edén? Pues derribado serás con los árboles del Edén en lo profundo de la tierra; entre los incircuncisos yacerás, con los muertos a espada. Este es Faraón y todo su pueblo, dice Jehová el Señor.




viernes, 14 de septiembre de 2007

Buen nombre


Apocalipsis 3:1 “Escribe al ángel de la iglesia de Sardis: El que tiene los siete espíritus de Dios, y las siete estrellas, dice esto: Yo conozco tus obras, que tienes NOMBRE de que vives, y estas muerto. Sé vigilante, y afirma las otras cosas que estan para morir; porque no he hallado tus obras perfectas delante de Dios.”


Sin entrar en el extenso debate sobre posibles interpretaciones, lo que vamos a rescatar son los fundamentos visibles y claros de este pasaje. Partamos de que Juan en este libro, se le encomienda que escriba sobre las cosas que HA VISTO, las que SON, y las que SERÁN después de éstas. De modo que no podemos alegar que lo que escrito no es para este tiempo. Los versículos anteriores son el comienzo del mensaje a la iglesia de Sardis, una de las siete iglesias de Asia, a quienes Juan tiene el deber de escribir todo lo que ve . Sería erróneo pensar hoy en Sardis como una iglesia física o institucional, por lo tanto de igual modo con las otras seis. Por lo tanto es importante interpretar estos siete mensajes como para la iglesia del Señor en sí. Seguido de ello podremos ver como estas palabras cobran vida para nuestro tiempo. Todas las cartas anteriores comienzan con algo mas profundo de lo que acostumbramos a oír. El Señor declara al ángel que CONOCE SUS OBRAS. ¿Habremos tomado conciencia a tiempo de que el Señor verdaderamente conoce TODAS nuestras obras? La segunda declaración al ángel es que CONOCE QUE TIENE NOMBRE. ¿Nombre? ¿Qué tendrá de malo el nombre? Nada a menos que lo que aquí quiera decir sea algo así como RENOMBRE, FAMA, RECONOCIMIENTO, POSICIÓN, ALCURNIA. Por eso es que si sigues leyendo verás que dice: “…tienes NOMBRE de que vives Y ESTAS MUERTO.” Escalofriantes las palabras del Señor. Una duda: ¿Por qué le escribe a un ángel y no a la iglesia en sí? Porque precisamente el ángel no es un ser alado, sino representación de los servidores y cuidadores de la iglesia del Señor. Cada vez mas escalofriantes las palabras del Señor. El mensaje sigue advirtiendo despertar, reavivar lo que todavía no ha muerto, lo que todavía se puede rescatar, recordar el mensaje genuino, obedecerlo y arrepentirse. Por último, se menciona a unos pocos que no han manchado sus ropas y que esos sí, SUS NOMBRES NO SERÁN BORRADOS DEL LIBRO DE LA VIDA, Y SERÁN RECONOCIDOS, Y CONFESADOS SUS NOMBRES DELANTE DE DIOS. ¿La iglesia del Señor, donde prefiere oír su nombre, de boca de hombres o de la boca del mismo Señor?

jueves, 13 de septiembre de 2007

Apóstol



Galatas. 1:1 “Pablo, apóstol (no de hombres ni por hombre, sino por Jesucristo y por Dios el Padre que lo resucitó de los muertos)”

En una época como la nuestra en que prácticamente todo el orbe cristiano tiene conocimientos del griego, y en que todos poseen y usan las Anotaciones de esta luminaria teológica llamada Erasmo, no es necesario explicar el significado del vocablo griego “apóstol”, excepto a los lectores no de Erasmo, sino míos. Apóstol, pues significa lo mismo que “enviado”; y como nos informa San Jerónimo, es un término o concepto de los hebreos que en el idioma de ellos suena SILAS, esto es, un hombre al que se aplica el nombre “ENVIADO”, del verbo “enviar”. Así se lee también en Juan cap. 9 (v.7): “Ve y levántate en el estanque de Siloé (que traducido es, Enviado)”; e Isaías, conocedor de este significado oculto, dice en el cap. 7: “Este pueblo desechó las aguas de Siloé, que corren mansamente”. Pero ya en Génesis 49 (v.10) leemos: “Hasta que venga Siloh”, lo que Jerónimo tradujo con: “El que debe ser enviado”. Es al parecer a base de este texto que Pablo llama a Cristo “apóstol”, es decir, un Silas, en su carta a los Hebreos (He. 3:1). También Lucas en el Libro de los Hechos menciona a un Silas.

Mas importancia que esto tiene el hecho de que “apóstol” es un título modesto, pero –cosa que es de admirar – a la vez también elevado y venerable, un nombre que expresa notable humildad aparejada con grandeza. La humildad radica en que el apóstol es un enviado, con lo que se pone de manifiesto que esta en relación de dependencia, servidumbre y obediencia, y se excluye además que alguien se deje seducir por este nombre como por un título honorífico, para depositar en él su confianza y gloriarse en él. Antes bien, el apóstol, por el mismo nombre de su oficio como “enviado”, debe sentirse dirigido inmediatamente hacia el que lo envía y de quien procede la majestad y prominencia del enviado y siervo que hacen que éste sea recibido con reverencia. ¡Cuan distinta es la situación en nuestros días en que los nombres de “apostolado”, “episcopado” y otros llegaron a significar paulatinamente no un servicio sino una dignidad y autoridad! A tales personas Cristo les da en Juan 10 (v.8) el nombre opuesto: en vez de “enviados” los llama “hombres que vinieron”, en otras palabras, más claras aún, “ladrones y salteadores”, por cuanto en lugar de traer la palabra del que los envía con el encargo de apacentar con ella a las ovejas, no buscan sino su propio beneficio en aras del cual sacrifican a las ovejas. “Todos los que vinieron” dice Cristo, esto es, todos los que no fueron enviados, “son ladrones y salteadores”. Lo mismo expresa el apóstol en Romanos 10 (v.15): “¿Cómo predicarán si no fueron enviados?” ¡Oh, que también en el siglo nuestro los pastores y dirigentes del pueblo cristiano tomaran bien a pechos estas enseñanzas! En efecto: ¿Quién puede predicar a menos que sea un apóstol (un enviado)? ¿Quién empero es un apóstol sino el que trae la palabra de Dios? Y ¿quién puede traer la palabra de Dios sino aquel que ha prestado oídos a Dios? Pero al que se viene con enseñanzas de su propia cosecha, o extraídas de leyes y decretos humanos, o basadas en la sabiduría de los filósofos ¿puede llamarse a éste un apóstol? De ninguna manera, sino que es un hombre que viene por cuenta propia, un ladrón, un salteador, un destructor y asesino de las almas. En Siloé se lava el ciego y recobra la vista (Jn. 9:7); las aguas de Siloé son saludables no las aguas impetuosas y orgullosas del rey de Asiria (Is. 8:7). “Él (es decir, Dios) envió su palabra, y así los sanó” (Sal. 107:20). En cambio, viene el Hombre con su propia palabra y hace que el flujo de sangre se agrave. Esto significa, para decirlo con toda claridad: cada vez que se predica la palabra de Dios, ésta produce conciencias alegres, abiertas, tranquilas frente a Dios , porque es la palabra buena y dulce de la gracia y de la remisión; en cambio, cada vez que se predica la palabra de un hombre, ésta produce una conciencia triste, cerrada y temerosa frente a sí mismo, porque es la palabra de la ley, de la ira y del pecado, que muestra al hombre todo lo que dejó sin hacer y toda la enormidad de la deuda que contrajo.

Por esto, desde sus comienzos la Iglesia jamás se halló en una situación tan desafortunada como ahora, y esta situación empeora cada día. Pues se la tortura con un cúmulo de decretos, leyes, estatutos y un sin fin de tormentos, y se le arruina de una manera mucho más atroz de lo que lo hicieron los verdugos en tiempos de los mártires. Pero esta destrucción de las lamas afecta a los pontífices tan poco, y tan poco se afligen por el quebrantamiento de José (Am. 6:6), que incluso agregan al dolor de las heridas nuevos dolores, como si con ello rindieran un servicio a Dios.



Extraído del Comentario sobre la Epístola a los Gálatas por Martín Lutero, Cap. 1


sábado, 8 de septiembre de 2007

¿Don o Herencia?

Génesis 25:21 “Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Reveca su mujer. Y los hijos luchaban dentro de ella, y dijo: Si es así, ¿para que vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas…”


El Dios vivo y omnipotente se dirigió a Gabriel y le habló de este modo: - Toma estas dos partes de mi ser. Hay dos hombres que esperan su destino. Ve y entrega a cada uno de ellos una porción de mí mismo.

Con dos luces de vida radiante que palpitaban en sus manos, Gabriel abrió la puerta del reino que separaba a los dos mundos y se perdió de vista. Había entrado en la galería de las generaciones futuras.

- Tengo aquí dos porciones de la naturaleza de Dios. La primera es del mismo género de su naturaleza. Quien se cubre con ella es investido con el aliento de Dios. Su mismo aliento lo rodea como las aguas alrededor del que se zambulle en el mar. Con esto –el aliento que enviste- tendrá el poder del Altísimo para dominar ejércitos, avergonzar a los enemigos de Dios y realizar en la tierra su obra. Aquí esta el poder de Dios como un don. Aquí esta la inmersión del Espíritu.

Un hombre dio un paso adelante.

- Esta porción de Dios es para mí.

- Muy bien – respondió el ángel -. Recuerda que quien recibe una porción tan grandiosa como esta será, sin duda, conocido por muchos. Antes que tu peregrinaje terrenal termine, será conocido tu carácter por medio de este poder. Tal es el destino de todos los que están investidos de esta porción y ejercen su poder, porque ella afecta únicamente al hombre exterior, sin afectar un ápice de su espíritu. El poder exterior revelará siempre los recursos íntimos del ser o la carencia de ellos.

El primer hombre recibió su porción y dio un paso atrás.

Gabriel habló otra vez.

- Tengo aquí la segunda de las dos porciones del Dios viviente. Este no es un don sino una herencia. Se lleva un don en el hombre exterior; se siembra una herencia. –como una semilla- en lo más íntimo del corazón. Sin embargo, aún cuando es una siembra tan insignificante, crece hasta llenar, andando el tiempo, todo el hombre interior.

Otro hombre dio un paso adelante y exclamó:

- Creo que esta porción ha de ser mía durante mi peregrinaje terrenal.

- Muy bien –respondió otra vez el ángel-. Debo decirte que se te ha dado algo glorioso. Es lo único –en todo el universo de Dios y de los ángeles- que puede cambiar el corazón humano. Sin embargo, ni siquiera este elemento de Dios puede llevar acabo su tarea ni crecer hasta llenar todo su ser interior a menos que este bien combinado. Tiene que ser pródigamente mezclado con quebrantamiento, tristeza, y aflicción.

El segundo hombre recibió su porción y dio un paso atrás.

Junto a Gabriel se sentó el ángel Archivero. Debidamente asentó en su libro el registro de los dos hombres.

- ¿Qué llegarán a ser estos dos hombres después que hayan pasado la puerta hacia el mundo visible?- preguntó Archivero.

En voz baja respondió Gabriel:

- Cada uno, en su tiempo, será Rey.



Prólogo Perfil de Tres Monarcas. Gene Edwards. Ed. Vida. (1986)

jueves, 6 de septiembre de 2007

Niños Molestos



Marcos 21:14 “Se le acercaron en el templo ciegos y cojos y los sano. Pero cuando los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley vieron que hacía cosas maravillosas y que los niños gritaban en el templo: ¡Hosanna al Hijo de David!, se indignaron.
-¿Oyes lo que esos están diciendo?- protestaron. –Claro que si-respondió Jesús- ¿no han leído nunca: En los labios de los pequeños y de los niños de pecho has puesto la perfecta alabanza?”


Primeramente situémonos que todo lo que aquí se describe, ocurre y esta ocurriendo, en nuestros templos, no importa el tamaño ni la cantidad de hermanos que albergue. Segundo, los ciegos que Jesús sana son los ciegos espirituales, ciegos que no han podido ver más de lo que se les mostraba. Los cojos son los que les ha sido dificultoso su andar, su caminar, su progreso, su desarrollo. Esos son los que el Señor sana en sus templos. Todo esto es con un propósito personal que depende de cada uno descubrirlo. Tercero: Hay un ruido molesto para nuestros maestros y sacerdotes de hoy en día, y es la alabanza de los que maman del mismo Señor, su Palabra y su Espíritu. Si eres uno de los que indigna a maestros y sacerdotes, quizás hasta con tu sola presencia, no dudes más, porque estas mamando del pecho correcto. Solo cuida que lo que sale de tu boca sea Alabanza y no otra cosa, pues si fuera otra cosa, te contaminaría y terminaría por destruirte. Sigue mamando y adorando a Dios con todo tu corazón que esa es la Alabanza Nueva y Perfecta que el Señor ha puesto en tus labios.